Pumapungo

Categoría: Historia

EAlmeidaEl mayor testimonio de la ocupación inca en el actual territorio del Ecuador se halla en las provincias del Austro. Esta afirmación, fácil de constatar a la hora de examinar las huellas arquitectónicas, se debe a que el proceso de expansión del Tahuantinuyo, a finales del siglo XV, se inicio por el sur del país, incorporando en primera instancia a los Paltas y luego a los aguerridos Cañaris. Cumplida esta primera etapa del Estado cuzqueño en los Andes equinocciales, el proceso de ocupación se desarrolló a través de la construcción de centros administrativos, ceremoniales y de índole militar, a fin de materializar el control e imponer el modelo de organización que los incas estaban acostumbrados a aplicarlo en los territorios conquistados.

En este contexto histórico, se explica el establecimiento de una ciudad de las características de Tomebamba, (llanura de los tumis) levantada en las riberas del río del mismo nombre, en una planicie que actualmente es ocupada por la ciudad de Cuenca. En su época de esplendor, este centro urbano, con palacios, templos y edificaciones para los ejércitos, fue considerado como los aposentos "soberbios y ricos que hubo en todo el Perú, y a donde había los mayores y más primos edificios" (Pedro Cieza de León, La Crónica del Perú, / 1551/ ,1973). De esta ciudad, se conservan actualmente las huellas que corresponden al barrio de Pumapungo (puerta de los pumas), denominación que se justifica por la existencia de una portada adornada con la figura de este felino americano, elemento simbólico de los antiguos hijos del sol, que actualmente se puede admirar, en obra reconstruida, a la entrada de este complejo arqueológico. La ciudad cubría un área de aproximadamente dos hectáreas, en las que se levantaron construcciones para diferentes usos, siendo las más importantes el Palacio de Huayna Cápac, el templo del dios Viracocha, el templo del Sol y los cuarteles. También existen canales de conducción de agua que alimentaban un baño, plazas, kanchas y sólidos muros de contención escalonados que miran hacia el río Tomebamba. La evidencia mueble rescatada en las investigaciones realizadas en este sitio, revelan una muy diversa gama de objetos, tanto de tipo utilitario, como ceremonial y funerario. En este último caso, se encuentran las micro esculturas antropomorfas elaboradas en plata, que en calidad de ofrendas o de ajuar funerario, se han descubierto en diferentes épocas. Destaca también la existencia de una vajilla de magnifica manufactura, elaborada bajo formas características del estilo inca imperial y, de época previa, recipientes de origen cañari.

El abandono y destrucción de este centro urbano andino se produjo a raíz de la guerra civil que enfrentó a los hijos de Huyana Cápac, Huascar y Atahualpa. Inmediatamente, la presencia europea en las tierras americanas, aniquiló por completo la estructura política y religiosa de una sociedad indígena e impuso un modelo acorde a los intereses de una monarquía colonial. Al poco tiempo de la fundación de Quito, ya habían españoles residiendo en Tomebamba, entre ellos el encomendero Rodrigo Nuñez de Bonilla que construyó un molino de granos, aprovechando los sillares y grandes dinteles de los edificios indígenas. La posterior fundación española de Santa Ana de Cuenca y su proceso de crecimiento a través de los siglos, han determinado la superposición de una ciudad colonial sobre los cimientos de la antigua Tomebamba. Por fortuna, parte de esas huellas constructivas, actualmente visibles en los espacios verdes del edificio del Banco Central, han sido recuperadas e integradas al entorno urbano de la ciudad.

Texto y fotografía:

Eduardo Almeida Reyes