Baños de Colluctor

Categoría: Historia

EAlmeidaInnumerables referencias históricas y testimonios arqueológicos revelan la importancia que tuvo el agua en las culturas aborígenes de América Andina. Desde la época de los primeros pueblos agricultores asentados en las costas de la provincia del Guayas, el agua fue considerada como uno de los elementos simbólicos para la existencia humana, no solo por ser fuente primaría en la dieta cotidiana, cuanto porque de ella dependía el florecimiento de los cultivos y la consecuente estabilidad social de un pueblo. La importancia del líquido vital se refleja en la inspiración artística de contenido hidráulico plasmada en evidencias materiales, entre las que se encuentran los objetos de cerámica con diseños de olas, caracoles o peces y platos con decoraciones de aves marinas. Fue tal el significado del agua, que desde el período Formativo (4000 a.C) se instauró un rito a la lluvia y a la fertilidad, en el que era imprescindible la participación de la concha Spondylus, material considerado sagrado y extraído del mar ecuatorial.

Aparte del sentido pragmático del agua en la vida humana, los pueblos antiguos la utilizaron como elemento de purificación del cuerpo en las ceremonias mágico-religiosas. Durante la época incaica, a finales del siglo XV, en cada centro administrativo importante que los incas establecían en los territorios conquistados, se construían los llamados "baños del inca", con la utilización de sillares pulidos y perfectamente ensamblados en un perímetro cuadrangular o en su defecto, labrados directamente en la roca viva como el identificado en la localidad de Colluctor, en el cantón El Tambo (provincia de Cañar). Se trata de una roca de dimensiones ciclópeas (aproximadamente 100 m de largo y 8 m de alto), en cuya superficie se tallaron varios elementos. En el sector norte se advierte una cavidad en forma de estanque de tres lados, un asiento y varios espacios escalonados a manera de terrazas sucesivas. En la parte central, a más de varios muros con piedras talladas en almohadilla, se encuentra el componente más importante, conformado por un estanque alargado dividido en dos compartimentos por una roca a manera de columna. El baño tiene cuatro hornacinas rectangulares, una escalinata de acceso y varios agujeros para el ingreso y desfogue del agua. Sobre el estanque se distribuyen grandes áreas escalonadas que hacen pensar en un lugar para el descanso y para tomar el sol. En el extremo sur del sitio, a más de la vivienda moderna levantada sobre el promontorio, se advierte la existencia de otro baño de paredes bajas, varios peldaños alargados y una grada. Las características constructivas observables en la actualidad sugieren claramente que se trata de un baño que debió ser utilizado por la elite cuzqueña para fines de purificación ritual. Esta afirmación se complementa con el hecho de que en varios lugares, existían figuras talladas con diseños de ranas, lagartijas y monos.

Los baños de Colluctor se encuentran muy cerca del complejo arqueológico de Ingapirca, por lo que es factible considerarlos como de época inca. Sitios similares, tallados en superficies rocosas, se han registrado en los alrededores del Cuzco, como es el caso del sitio de Quenko. Colluctor no ha sido investigado, por lo que no se conocen los detalles del contexto arqueológico asociado a esta obra de tallado lítico, por lo que es limitada la posibilidad de reconstruir las costumbres de la gente que ocupó este lugar. El sitio evidencia los efectos de la erosión, causa que ha determinado la pérdida de su fisonomía original, a más de que la vivienda, abandonada y en completo deterioro, impide conocerlo en toda su magnitud, por lo que sería deseable su derrocamiento.

Texto y fotografía:

Eduardo Almeida Reyes