La Cueva de los Tayos

Categoría: Historia

EAlmeida"La caverna habitada por los Tayos se abre en una pared rocosa a las faldas de una colina que se eleva sobre la orilla derecha del río Huangus [Coangos], casi frente con frente del lugar donde Sirimbu (un jefe shuara) tiene su casa. La entrada se asemeja a la embocadura de un pozo rodeada de un círculo de plantas trepadoras. Los jíbaros me refieren que a varios metros de profundidad la caverna cambia de dirección y se prolonga casi horizontalmente formando un corredor que conduce a un amplio salón, al fondo del cual corre un pequeño arroyo. Precisamente aquí, en este salón, tienen su morada los tayos".

Enrique Festa, 1895.

En Porras Garcés, Pedro. Arqueología de la Cueva de los Tayos. Ediciones de la Universidad Católica , Quito, 1978, p. 14.

A través de un foso de más de 60 m de profundidad, con una boca de 2 m de diámetro, se puede ingresar al interior de este conjunto espeleológico, ubicado en la provincia de Morona Santiago. Se trata de una formación geológica que ha dado lugar a varias cavernas que se comunican entre sí a través de galerías y pasadizos de diferente altura y dimensión. Se han registrado alturas que van desde 1 m hasta 50 m. Las galerías, en algunas partes tienen 300 m de ancho y 9 km de longitud. Su formación se debe a la acción del agua subterránea que corre a través de tres pequeños riachuelos. En el interior, aparte de las aves conocidas como "tayos", existe una impresionante diversidad biológica y animal, todo lo cual fue de interés en la primera investigación científica realizada en 1976.

En 1974 el Ing. escocés Stanley Hall propuso al Gobierno ecuatoriano la ejecución de una expedición ecuatoriano-británica, que se encargó de investigar la cueva durante 35 días. Se hicieron estudios de mineralogía, espeleología, biología, botánica y arqueología.

El objetivo de los arqueólogos era verificar una probable ocupación prehispánica de las cuevas, en razón de que se conocía que los Shuar bajan una vez al año a las cavernas para "cosechar" los polluelos de los "tayos", de los cuales extraen su grasa. Si esta fuente alimentaria es aprovechada en el presente, lo más probable es que también lo haya sido en el pasado. Los resultados de las investigaciones arrojaron resultados positivos. Un indicio que llevó al descubrimiento de los testimonios antiguos, fue encontrado por un integrante de la misión inglesa, quien halló un fragmento de figurina antropomorfa trabajada en arcilla. Partiendo de este hallazgo, el equipo del P. Porras intensificó la búsqueda de vestigios en un área en la que, a la postre, se descubrió una galería taponada artificialmente, en la que se alojaban restos arqueológicos. Los testimonios fueron clasificados en tres grupos: estructuras elaboradas en piedra, restos cerámicos y de concha. En el primer caso, se descubrió una especie de escalones elaborados por acción humana, un acumulamiento de piedras a manera de ara o templo y una "apachita", o amontonamiento intencional de piedras. En cuanto a los restos cerámicos se hallaron 111 fragmentos, entre tiestos decorados y partes de vasijas. Se indentificaron decoraciones como el rojo sobre beige, incisos punteados y rojos pulidos. Respecto a las formas alfareras, se reconstruyeron recipientes esféricos, botellas con asa de estribo, recipientes con elementos antropomorfos y ornitomorfos. Los artefactos de concha están trabajados en diferentes especies: spondylus, perla margaritífica y conus. Los objetos corresponden a cuentas de collar, placas de forma cuadrangular y rectangular, a más de un disco con representación de serpientes y otro con rasgos felínicos.

Los escasos testimonios descubiertos impiden conocer de manera fehaciente el uso que pudo tener la cueva en la prehistoria. Sin embargo, el autor de los hallazgos interpreta que estos demuestran la realización de algún tipo de rito, en razón de la presencia de la concha spondylus, material que en la cosmovisión indígena tenía importancia ceremonial.

El análisis del material arqueológico llevó a determinar que las decoraciones y formas alfareras halladas tienen una vinculación con la cultura Narrío I (Cañar y Azuay), que recibió influencia de la cultura Machalilla. Los restos descubiertos fueron analizados mediante C 14, determinándose una antigüedad de 1020 y 1500 años a.C. Estas fechas marcan la máxima expansión de la cultura Machalilla en el Callejón Interandino.

Texto y fotografía:

Eduardo Almeida Reyes