El Señorío de Tacames

Categoría: Historia

EAlmeidaLa provincia de Esmeraldas, también llamada la provincia verde, lleva el nombre de unas piedras preciosas que, curiosamente, no existen en el territorio del Ecuador. La presencia de éstas obedece a la joyería de tiempos prehispánicos, particularmente de la época de la cultura La Tolita.

Si revisamos la información cronológica sobre los primeros grupos humanos que se asentaron en Esmeraldas, encontramos que la primera ocupación, llamada Tolita Temprano, tiene una antigüedad de 700 años antes de Cristo y su componente arqueológico está emparentado con la Cultura Chorrera. En el año 300 a. C se inicia el estilo alfarero Tolita que alcanza su mayor expresión artística en el año 200 a. C, época en la que se levantaron centenares de plataformas de tierra, montículos circulares de uso funerario y se desarrolló intensamente el arte de la orfebrería, particularmente en la Isla de la Tola, ubicada en la desembocadura del río Santiago. En este tiempo y en los siglos posteriores, hasta la llegada de los españoles, las esmeraldas formaron parte de los finos y elegantes adornos que lucían en sus cuerpos, tanto hombres como mujeres. Probablemente las esmeraldas proceden de Colombia, de las minas de Muzo y Chiyor, que fueron intensamente exploradas por los conquistadores españoles en el siglo XVI.

En el Área cultural Tolita-Tumaco del noroccidente de América del Sur, se trabajó el oro, la plata y el platino con una habilidad incomparable en la antigüedad americana. Fue tal el conocimiento técnico, que los indígenas descubrieron ingeniosos métodos para elaborar esculturas con laminas de oro de menos de 1 mm de espesor. Fueron capaces de recubrir hilos de fibras vegetales con el dorado metal. Las técnicas de la fundición, el laminado, la soldadura, la filigrana y la cera perdida, constituyen una evidencia del notable desarrollo de esta sociedad que basó su economía en la agricultura y en la artesanía especializada.

Cuando llegaron los españoles a las costas de Esmeraldas en 1526, el primer cronista que recogió estas noticias señaló que los expedicionarios, "fuerónse por la costa adelante a dar en otro pueblo que estaba cuatro leguas de allí muy grande que se dice tacamez (...), salieron a los dichos navíos catorce canoas grandes con muchos indios dos armados de oro y de plata y traían en la una canoa (o en estandarte y encima de un bulto) de un mucho de oro y dieron una vuelta a los navíos para avisarlos en manera que no los pudiese enojar" (Relación Sámano-Xerez, en: Porras Barrenechea, Raúl. Las Relaciones Primitivas de la Conquista del Perú, Lima, 1967, pp. 66 y 67).

Las fuentes arqueológicas e históricas demuestran que el territorio de la provincia de Esmeraldas estuvo habitado por sociedades aborígenes que tuvieron un patrón de asentamiento nucleado, es decir que vivían en aldeas, en medio de un paisaje dominado por ecosistemas muy similares a los actuales: bosque húmedo y manglar. Durante siglos, objetos arqueológicos como las piedras de moler estuvieron bajo la sombra de una tupida selva, que determinó que el agua de la lluvia cayera en gotas sobre las piedras usadas en el pasado. El centenario golpeteo del agua ha dejado su huella en el objeto doméstico. Sin duda que la sociedad moderna ha cambiado el paisaje que conocieron los antiguos aborígenes de Esmeraldas.

Texto y fotografía:

Eduardo Almeida Reyes